Veinte días en Madrid

Llevo veinte días en Madrid desde que llegué de Buenos Aires. Visto de allí, me parecía que vendría a recuperar mi rutina y mis cosas pero mayo ha sido el mes menos cotidiano que tuve en esta parte del mundo. Al final, aquello no era tan caótico, pienso, ahora que llegué y puedo compararlo con una realidad que me supera. Creo que además de lo muy personal, me altera y me relaja la llegada del verano.

Tuve Feria del libro allí, y ahora tengo Feria del libro aquí. Tuve que ir a firmar ejemplares de mi novela allí y firmar mis libros infantiles aquí. Allí les decimos stand y aquí caseta, allí es en pabellones cuya luz eléctrica abruma y cansa y aquí bajo un sol demoledor madrileño de mayo. Dos Ferias tan distintas, y yo sin quererlo ni armarlo, firmando...


                                    Firmando en Buenos Aires Rupturas y riñas        Firmando en Madrid A los saltos

Se me duplicó otra cosa: el acto del voto. Si allí tuve que ir a votar en las Primarias para Jefe de gobierno (un 26 de abril, con resultados decepcionantes), aquí me tocaron las Autonómicas y Municipales (el 24 de mayo), con resultados de festejo y cambio. La caída del bipartidismo quedó evidenciada, y aunque el PP puede repetir como un tonto que fue la fuerza más votada por los españoles, quedó claro que han perdido la mayoría absoluta y que las fuerzas de izquierda aliadas son mucho más que él, que el PSOE o incluso que hipotéticas alianzas de derecha. Ahora Madrid, la plataforma que une movimientos de izquierda, le batalló a Esperanza Aguirre hasta altas horas de la noche y aunque la señora pepera obtuvo un punto más, se fue con la cabeza gacha, y vencida, porque del otro lado, unidos, somos más. Así que hubo que salir a las calles a cantar y, sobre todo, escuchar los discursos post-electorales de Manuela Carmena y Ada Colau (Barcelona) para vivenciar que algunas cosas empiezan a quedar en manos de grandes mujeres, y qué ganas entonces de seguir viviendo acá (Ahora con esperanza, y no precisamente de la Aguirre), aunque a mi alma porteña le duela, porque me duele el PRO en mi ciudad.

Ada Colau y Manuela Carmena

Y de a poco quiero volver a la vida cotidiana, que en realidad detesto y no quiero. Busco orden pero elijo caos. Creo que lo que hago, en verdad, es estar así, siempre con una pata del otro lado. Hacía mucho que no me daba un tiempo para escribir en este blog (y tantas cosas más hace tanto que no hago!). Pero qué casualidad, los veinte días parece que a mí me hacen tic tac. Es un tope. Un momento cúlmine que me hace tomar conciencia del mucho o poco tiempo (que veinte días no es nada) que pasó.

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