Como todos los martes


Ayer llegué a la biblioteca Conde Duque pocos minutos antes de las 7 de la tarde, como todos los martes. Devolví los dos ejemplares de Antonio Tabucchi que hacía veinte días me había llevado. Como todos los martes, siempre algo devuelvo cuando llego y algo saco cuando me voy. Ayer poco antes de las 7 de la tarde llegaba como todos los martes y al devolver lo que debía me entregaron un flyer que a duras penas era legible porque la impresión había salido borrosa. El empleado público de la biblioteca, un poco aburrido y otro poco enojado, como todos los martes, me dijo: toma, hay un concierto de música argentina, empieza ahora, por si te interesa. Que si me interesa? Sí! Es en el segundo piso, agregó sin mirarme, un poco frustado y un poco resoplando, como todos los martes. Donde siempre?, en la sala donde se hacen los eventos?, le pregunté algo entusiasmada, sintiéndome parte de esa biblioteca porque allí voy todos los martes. Masculló una especie de sí y en verdad me dio un poco igual no entenderle del todo: yo sabía dónde iba a ser el concierto, me conozco esa biblioteca y sus espacios para cursos y eventos. Era donde otras cosas han sido todos los martes.
Al subir había unas 7 personas de las cuales dos eran los músicos, un matrimonio de cordobeses. Me puse a hablar con ellos y con el organizador del evento, un tipo que trabaja allí todos los martes, además de los demás días. Los cordobeses estaban muy contentos de que yo fuera a estar entre el público, la única argentina. Me preguntaron sobre mi vida en Madrid y les conté muy poco, casi que lo único que confesé fue que iba a esa biblioteca todos los martes. En cualquier caso, les pareció fascinante. Ellos me relataron sus vacaciones por Europa, el frío que habían pasado y cómo aprovechaban unas vacaciones personales para convertirlas en una especie de gira musical. Con dos cojones, como dirían acá en España, se atrevieron a pedir permiso en la biblioteca pública para tocar música argentina. Me alegró que fuera martes y estar junto a ellos.
Éramos 10 personas en el público y todos estábamos sudando a chorros que no se veían pero que cada uno intentaba figurar con la descripción del calor que sentía a causa de una calefacción insoportable. Yo me quité todo lo que podía, me arremangué lo último que me quedaba (una camiseta de manga larga) y acomodé mis lumbares para escuchar el concierto de música argentina. Empezó a no importar el calor cuando los músicos nos dieron la bienvenida. Todos parecían muy contentos, no como el empleado público de todos los martes.
Arrancó el pequeño concierto con una canción de Pedro Aznar. Al finalizar la canción la mujer, que era la voz, preguntó al público si conocían a Pedro Aznar. No, ningún español lo conocía. Ella dijo que había sido un integrante de Serú Girán, y para contarles qué fue Serú Girán preguntó si conocían a Charly García. No, ninguno de los 11 (ya había llegado otra persona) sabía quién era Charly García y yo ya sabía que probablemente no iban a saberlo porque la mayoría de la gente en España no sabe quién es, y me encantó, me sentí casi tan española como nunca, tan anónima, casi como cuando voy a leer a esa biblioteca todos los martes y no veo nada más que las páginas de mi libro y no hay nada más que libros que no leo excepto uno, cada martes. Eso es Charly García también, no conocerlo, como todos los libros que uno no lee excepto el que lee.
Siguió con dos canciones de Lisandro Aristimuño. Sobre este no preguntó, directamente contó que es un cantante del sur de la Argentina que hace una especie de música neo-folclórica.
Luego vinieron milongas, y un carnavalito y algunas zambas. Contó la mujer que cantaba a ese público español que en el norte de la Argentina se celebra el carnaval y se cantan algunas de estas canciones. Preguntó: conocen el paisaje del norte de la Argentina, lo tienen visualizado de fotos? No... no lo visualizaban. Alguien lo asoció con Bolivia y preguntó si de hecho eran limítrofes. Era una charla estupenda, se habló también de los coyas, de que allá carnaval es en verano y de que los distintos géneros musicales folclóricos tienen diferentes tipos de baile. Todos estábamos aprendiendo un poco; yo, como todos los martes.
Hacia el final anunciaron que iban a cantar una de Ana Prada. Como tampoco la conocían, presentaron a la cantante uruguaya como la prima de Drexler. A ese sí que lo escucharon todos! Es así, un músico se exporta o no se exporta. Esta gente del público no era ninguna mayor de 30 años y es gente que pasa muchas tardes en la biblioteca. De pronto, algo diferente aprendían un martes. Se aprende también viendo lo que a otro país le llega y lo que no.
Cuando iban a cerrar el concierto, preguntaron al público si preferían un tango u otra zamba. Todos eligieron un tango, entonces el dúo cantó otra zamba. Pero les prometió que el tango después, como la última canción.
Yo no escuché el tango, a las 8 en punto me tenía que ir, como todos los martes. Tomé el ascensor y llegué a planta baja. Esta vez no pasé por el mostrador de entrada a sacar nada en préstamo, como todos los martes. Lo que me llevaba me lo llevaba porque era mío. Sin sellos, sin devoluciones pendientes.
Lo lindo de todos los martes es también que de pronto un martes no sea como todos los martes.


Por cierto, el dúo se llama "Mate de Luna". Son de Córdoba, Argentina. El domingo se vuelven. Que tengan buen viaje.

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