De Madrid los barrios

Hay un dicho que dice "De Madrid al cielo", que significaría algo así como que Madrid es un sitio tan chulo que después de eso queda el cielo, y como el refrán tiene su segunda parte: "y un agujerito para verlo", lo que vendría a agregar es que desde el cielo se espía la belleza de Madrid. Este sería uno de sus sentidos posibles. El otro día en una charla sobre gente de afuera en Madrid, alguien dijo que el dicho es (en su mundo interior tal vez) "De Madrid el cielo", y que significa que lo mejor de Madrid es el cielo. El cielo de Madrid. La persona que a mí más me enseñó y me mostró de Madrid me dijo una vez: "el cielo de Madrid es como el de Los Simpson". Yo no lo había mirado hasta entonces, y esa persona me hizo verlo (como a tantas cosas más) por primera vez. Ser consciente de que vivo bajo un cielo que podría haber sido pintado por un niño cuando ya deja de pintar las nubes como no son: de color azul. Un cielo casi de ficción, de cuadro. Qué cielo. A veces se siente tan cerca y tan puro que uno tiene un miedo dulce de que se le caiga un pedazo encima y te convierta en un pitufo. No sé, de pronto resuena algo como "Atrapados en azul", el nombre de aquel primer álbum de ese cantautor madrileño (del barrio de Vallecas) que no puedes escuchar si un día estás un poco triste o si insólitamente un día llueve en Madrid, sencillamente no puedes. –¿No, Pitufo? –No, no se puede.
Gente de afuera viviendo en Madrid. Quisiera contar alguna cosa que escuché sin mencionar a quiénes hablaban ni confesar en el marco de qué festival o encuentro fue. Igual, si les digo que fue en Conde Duque ya no sorprendo a nadie. No sé por qué toda mi vida últimamente transcurre ahí, estoy un poco atrapada (como en azul) en Plaza de España y sus alrededores.
Un alemán que participaba de la charla dijo que lo típicamente madrileño era esa diferencia entre los barrios de Madrid y el centro. Me pareció muy acertado. Yo al Madrid de los barrios lo llamo internamente el Madrid profundo. No suele ser lo que la gente que viene de visita, por turismo, ve de Madrid, y sin embargo es muy muy Madrid. Es muy madrileño entrar a hacer las compras a una típica tienda o mercado de un barrio de Madrid y escuchar las conversaciones de esa gente que casi nunca suele tener menos de 70 años. En más de una ocasión me pasó estar esperando en la fila y que la señora mayor (tal vez 80) que estaba siendo atendida rememorara los tiempos de Franco y pidiera al vendedor (verdulero, pescadero...) que le dijera pero cuánto sería ese precio en pesetas... Por cierto, no se hace una fila ordenada (por supuesto), lo que se hace en una tienda de barrio donde no se saca número es "dar la vez", es decir, al entrar al negocio preguntan: ¿quién da la vez?, lo que significa ¿quién es el último?, ¿detrás de quién iré yo? Yo jamás pido la vez cuando voy a una tienda, me da una vergüenza insoportable, pero me pasa muy a menudo que me preguntan a mí, y sin dudas, será inolvidable la primera vez que en un mercado de un profundo barrio de Madrid, esperando en la charcutería (fiambrería), llegó una señora muy mayor y me preguntó a mí con su total acento madrileño: ¿quién da la vez? No sólo que no sabía de qué me hablaba sino que no le entendía, fonéticamente hablando, siquiera lo que decía. Le expliqué que no entendía, que su oración no me hacía sentido, que yo no sabía de lo que me hablaba. Se enfandó muchísimo, casi se desesperó, me repetía la pregunta incanzablemente una y otra vez y le pidió al fiambrero que por favor interviniera.

 Esto es Madrid
(Barrio: Vicálvaro)

Pensaba un poco en cuando los europeos (también los españoles) dicen: "me encanta Buenos Aires". A veces me pregunto si en esa imagen que tienen están incluidos los barrios. Si les encanta también Boedo, Villa Luro, Devoto, Villa del Parque, Belgrano, Almagro, Constitución, Once... Cuando un español que nunca tuvo la posibilidad de ir a Buenos Aires me pegunta si es verdad que esa ciudad es una mezcla de París con Madrid no sé qué imágenes traer a mi cabeza para responderle. Si cierro los ojos y veo una esquina de La Paternal, una plaza (plaza en el sentido argentino, no español) en Caballito, las baldosas de las veredas de Chacarita, los canastos de alambre o metal para dejar la basura en los barrios (o el clavo martillado en el tronco de un árbol para colgar la bolsa ahí), me dan ganas de responderles: no, nada que ver, no. Pero si pienso en la Avenida de Mayo, en algunos edificios de la Avenida Corrientes, en Retiro, en algo de San Telmo, en Barrio Norte, entonces claro... digo que sí y no aclaro más nada, suelo no querer seguir hablando del tema.

Esto también es Madrid
(Barrio: Usera)

El Madrid profundo y el Buenos Aires profundo. Los barrios, la gente que los habitamos, los chismes entre vecinos, los edificios, los ascensores, adónde sacar la basura, el almacén, el chino... Nunca vi un grupo de japoneses sacando fotos en un barrio y pienso: joder, lo que se pierden. Al final mucha cámara y puede que no hayan visto casi nada.
Todos los días se me viene a la cabeza como un flash, de pronto (me puede pasar a cualquier hora), la imagen de una esquina (varía cada vez cuál) de Buenos Aires. No existe ni un solo día que en Madrid yo no piense en aquella ciudad. Es como si fuera reconstruyendo mentalmente el mapa de mi ciudad natal, esquina a esquina, reconociendo exactamente cada una, hasta el olor de ella, hasta la temperatura está en el recuerdo, cada esquina que conozco perfectamente, pero que ahora no sé lo que le pasa aunque sí dónde encontrarla. Son ráfagas que vienen a decirme: le pudo haber pasado de todo a esa esquina que conoces, pero lo que seguro no pudo pasarle es que ya no esté donde estaba. 
La persona que me mostró el cielo de Los Simpson una vez me dijo: –Todas las veredas de los barrios de Buenos Aires me parecen iguales, yo no podría, si de pronto mágicamente apareciera en una de esas veredas, decir en qué barrio estoy. Y entonces yo le respondí: –Pero si de pronto, con los ojos cerrados, no supiéramos dónde estamos y abriéramos los ojos con la vista orientada al cielo, si fuera Madrid, entonces sí sabríamos dónde estamos. 
De Buenos Aires las esquinas.
De Madrid los barrios.
Y el cielo. Reconocer hasta el cielo.



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