En busca de la muza argentina
Una grande de muzza... qué frase más argentina. Cuando llegué a España una de las cosas que más me sorprendió fue que en materia de pizzas estuviera (este país) tan lejos de la cultura argentina. Ahora que lo pienso es normal, ni la gastronomía italiana está cerca de la pizza argentina. Primero lo primero: la pizza argentina es solamente argentina. Ni es italiana. Cuando estuve en Roma encontré unas pizzas muy ricas, es cierto, pero incomparables a las argentinas. Es que es otro estilo. Y la pizza en España imita mucho más a la original, a esa pizza italiana finita, que a eso en lo que nosotros la deformamos. Es la cantidad de muzzarela chorreante en una sintonía particular con todo lo de abajo lo que hace que una pizza argentina sea lo que es.
Empecé diciendo que "una grande de muzza" es una frase argentina porque aquí no se llama así a ese sabor de pizza sino margarita. La pizza margarita en España es la clásica de salsa de tomate como base y queso encima. Los españoles tenemos razón en esto: es el nombre que los napolitanos le pusieron a esta pizza (la primera que inventaron con queso) cuando la crearon. Tampoco hay en España "una grande" o "una chica" (hablo de pizzas), excepto que se trate de una pizzería argentina en España (o tal vez también las cadenas de pizza rápida como Domino's Pizza). ¡Aquí la pizza es individual!, como es tan finita, una persona se pide una pizza como su compañero de enfrente se pide un salmón con patatas... es una opción más de plato, un plato más. Por lo tanto, hasta el componente social de la pizza argentina se pierde en este país. Meter todos la mano en la caja de cartón para arrancar una porción de muzza que chorree, eso extraño.
Ya lo dije en otro post de este blog: la gastronomía española es de lo mejor que existe en esta vida, no tiene casi nada que envidiarle a ninguna del mundo excepto cositas puntuales, y ahí es cuando en relación a la argentina digo que lo que tiene que envidiarle es la pizza (todo el mundo debería envidiarnos la pizza) y nada más.
Hay una cadena de restaurantes italianos aquí en España que se llama Ginos. La odio. Odio las cadenas de restaurantes en general. A esta la odio porque no les importa la gastronomía italiana, les importa hacer dinero, si vendieran hamburguesas les daría igual; no les creo nada, básicamente, me resultan hipócritas, pero bueno, esa no era la anécdota. La anécdota es que la primera vez que fui vi una pizza gigante frente a una mujer en un plato y en el plato de su marido que estaba enfrente había ravioles. Quiero decir: la pizza era lo que ella había elegido de la carta, él la pasta. Fue un shock cultural. Llegó un día en que la probé, claro, pero la probé de sabores, con verduras y demás decorados. Estaba bien, pero no era pizza clásica, era pizza de diseño, gourmet, pizza Palermo, pizza Malasaña, cualquier cosa menos pizza típica (y menos que menos, argentina).
Entonces decidí salir por las calles de Madrid a buscar la muza argentina. Primero encontré la Recoba, a pasos del metro Antón Martín (Calle de la Magdalena, 27). Es un sitio de apariencia italiana (con mesas redondas, sillas de mimbre y manteles rojos y blancos cuadriculados) pero de dueño argentino. Sirven comida italiana (por lo tanto, en un punto, comida argentina) y pasada la medianoche se convierte en pub. Sí, es raro, hay quien dice que es una tapadera, pero a mí me interesa lo que pasa ahí dentro a la hora de la cena, y más concretamente lo que pasa con la pizza. Con la pizza pasa que está buena pero un poco seca y poco queso. El grosor de la masa se acerca bastante lo que es una pizza argentina pero el queso no chorrea ni el aceite brilla sobre el queso.
Segundo lugar: Pampa Bar (Calle Príncipe, 3), a pasos de la Plaza de Canalejas. Aquí te sirven una porción de muzza (o cuantas quieras) y una Quilmes (un tercio o un porrón, según lo digamos en español o argentino) bien fría. Y resultó que era buena: aceitosa, crujiente, brillante, sabrosa. La dueña es una argentina que cuando entró un español al local y el pobre no podía entender lo que era una empanada criolla, no demostró tener mucha paciencia. Pero vale la pena este pequeño refugio (cuando fue la final del mundial Argentina-Alemania, aquí había muchos reunidos con la camiseta celeste y blanca) aunque más no sea un lugar de paso. El queso era lo mejor de la pizza (si se parecía a la pizza argentina era más por el queso que por la masa, eso quiero decir).
Pero encontré otro lugar que no hay madrileño que no haya visitado: Pizzería Mastropiero, en el barrio de Malasaña. Su dueña, otra señora argentina, es como la mamá de todos, la Pizzamama. La que te da de comer y te habla. Dice que si te portas bien y comes toda la comida, te regala el postre, y es cierto: te pone una porción de torta de chocolate (tarta) con dulce de leche (pero con mucho dulce de leche, un cucharón) gratis. Y como si fuera poco, todo (pizza y postre) es delicioso. La pizza es gorda y jugosa. Y la curiosidad es ver cómo una pareja de españoles que va por primera vez y no entiende de qué va eso de la pizza argentina, se pide una para cada uno como si estuvieran en el Ginos. Me dieron pena, porque la Pizzamama no les iba a regalar el postre por no poder acabar la cena. No me quedé a ver el final, en una de esas se comieron una pizza cada uno. Yo lo único que sé es que visualmente ya me pareció un espectáculo, ahora que lo pienso lamento no haberle sacado la foto a eso.
Empecé diciendo que "una grande de muzza" es una frase argentina porque aquí no se llama así a ese sabor de pizza sino margarita. La pizza margarita en España es la clásica de salsa de tomate como base y queso encima. Los españoles tenemos razón en esto: es el nombre que los napolitanos le pusieron a esta pizza (la primera que inventaron con queso) cuando la crearon. Tampoco hay en España "una grande" o "una chica" (hablo de pizzas), excepto que se trate de una pizzería argentina en España (o tal vez también las cadenas de pizza rápida como Domino's Pizza). ¡Aquí la pizza es individual!, como es tan finita, una persona se pide una pizza como su compañero de enfrente se pide un salmón con patatas... es una opción más de plato, un plato más. Por lo tanto, hasta el componente social de la pizza argentina se pierde en este país. Meter todos la mano en la caja de cartón para arrancar una porción de muzza que chorree, eso extraño.
Ya lo dije en otro post de este blog: la gastronomía española es de lo mejor que existe en esta vida, no tiene casi nada que envidiarle a ninguna del mundo excepto cositas puntuales, y ahí es cuando en relación a la argentina digo que lo que tiene que envidiarle es la pizza (todo el mundo debería envidiarnos la pizza) y nada más.
Hay una cadena de restaurantes italianos aquí en España que se llama Ginos. La odio. Odio las cadenas de restaurantes en general. A esta la odio porque no les importa la gastronomía italiana, les importa hacer dinero, si vendieran hamburguesas les daría igual; no les creo nada, básicamente, me resultan hipócritas, pero bueno, esa no era la anécdota. La anécdota es que la primera vez que fui vi una pizza gigante frente a una mujer en un plato y en el plato de su marido que estaba enfrente había ravioles. Quiero decir: la pizza era lo que ella había elegido de la carta, él la pasta. Fue un shock cultural. Llegó un día en que la probé, claro, pero la probé de sabores, con verduras y demás decorados. Estaba bien, pero no era pizza clásica, era pizza de diseño, gourmet, pizza Palermo, pizza Malasaña, cualquier cosa menos pizza típica (y menos que menos, argentina).
Entonces decidí salir por las calles de Madrid a buscar la muza argentina. Primero encontré la Recoba, a pasos del metro Antón Martín (Calle de la Magdalena, 27). Es un sitio de apariencia italiana (con mesas redondas, sillas de mimbre y manteles rojos y blancos cuadriculados) pero de dueño argentino. Sirven comida italiana (por lo tanto, en un punto, comida argentina) y pasada la medianoche se convierte en pub. Sí, es raro, hay quien dice que es una tapadera, pero a mí me interesa lo que pasa ahí dentro a la hora de la cena, y más concretamente lo que pasa con la pizza. Con la pizza pasa que está buena pero un poco seca y poco queso. El grosor de la masa se acerca bastante lo que es una pizza argentina pero el queso no chorrea ni el aceite brilla sobre el queso.
Segundo lugar: Pampa Bar (Calle Príncipe, 3), a pasos de la Plaza de Canalejas. Aquí te sirven una porción de muzza (o cuantas quieras) y una Quilmes (un tercio o un porrón, según lo digamos en español o argentino) bien fría. Y resultó que era buena: aceitosa, crujiente, brillante, sabrosa. La dueña es una argentina que cuando entró un español al local y el pobre no podía entender lo que era una empanada criolla, no demostró tener mucha paciencia. Pero vale la pena este pequeño refugio (cuando fue la final del mundial Argentina-Alemania, aquí había muchos reunidos con la camiseta celeste y blanca) aunque más no sea un lugar de paso. El queso era lo mejor de la pizza (si se parecía a la pizza argentina era más por el queso que por la masa, eso quiero decir).
Cerveza Quilmes (Argentina) en Pampa Bar (Madrid)
Pero a pocos pasos de Pampa Bar hay otra pizzería argentina, y en el mismo día decidí ir (qué mejor para hacer un domingo que salir a testear pizzas). Se llama El trébol y es probablemente la más famosilla. Su dueño (o el cuñado de su dueño o no sé qué árbol genealógico me contó) se jacta de que ahí va Darín cada vez que pasa por Madrid. Como sea, es una de las mejores pizzas que probé en esta ciudad, tal vez la que más se parece a la argentina, aunque tirando a seca y no a grasienta (pero en bastante buen equilibrio entre ambas cualidades). Para graficarlo en palabras: es esa pizza que al separarle una porción queda enganchada a lo que queda del círculo que fue por hilos de muzzarela casi indestructibles. De masa también gruesa y acompañada por otra Quilmes. Queda en la Calle de la Cruz, 3 (a metros de la misma plaza).
La muza de El trébol
Pero encontré otro lugar que no hay madrileño que no haya visitado: Pizzería Mastropiero, en el barrio de Malasaña. Su dueña, otra señora argentina, es como la mamá de todos, la Pizzamama. La que te da de comer y te habla. Dice que si te portas bien y comes toda la comida, te regala el postre, y es cierto: te pone una porción de torta de chocolate (tarta) con dulce de leche (pero con mucho dulce de leche, un cucharón) gratis. Y como si fuera poco, todo (pizza y postre) es delicioso. La pizza es gorda y jugosa. Y la curiosidad es ver cómo una pareja de españoles que va por primera vez y no entiende de qué va eso de la pizza argentina, se pide una para cada uno como si estuvieran en el Ginos. Me dieron pena, porque la Pizzamama no les iba a regalar el postre por no poder acabar la cena. No me quedé a ver el final, en una de esas se comieron una pizza cada uno. Yo lo único que sé es que visualmente ya me pareció un espectáculo, ahora que lo pienso lamento no haberle sacado la foto a eso.
La pizza de la Pizzamama, bueno, de Mastropiero
Abrió una nueva pizzería argentina hace poco, se llama Picsa y queda en Cuatro Caminos, cerca de esa avenida Bravo Murillo, que es como decir Scalabrini Ortiz. Todavía no fui a testearla, pero en un par de domingos como mucho la liquido.
Muy Bueno!!!. Esperaremos la visita y posterior comentario de Pisca entonces!!!....
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