Si escribiera como sueño...
Hace dos noches tuve un sueño largo y perfecto, un sueño nítido. Siempre relaciono a los sueños (al "género sueño", si tal cosa existe o puede nombrarse así) mucho más con el cine que con la literatura. Porque hay imágenes, primero y obvio, y porque hay un ojo cámara y un fuera de campo en cada una de las escenas.
Hay algo que desde hace unos años me obsesiona y es lo siguiente: siempre soñamos con uno mismo. No existen sueños donde uno no esté. Nuestro rol puede ser más activo, como protas, o más pasivo, de mero testigo, pero siempre estamos. Si no estamos de alguna manera no hay sueño. Ese será el sueño de otro. Es decir, no hay sueño sin su soñador. Y cuando contamos el sueño a alguien, solemos decir: yo estaba... yo iba... yo hacía... Y sin embargo, mi obsesión se completa con la siguiente idea: sí, estamos, pero si hacemos un esfuerzo por recordar realmente el sueño, por volver a ver la escena como la veíamos mientras soñábamos, ¿estamos en esa escena?, ¿o acaso no somos más que la cámara?, ¿que el ojo que ve? Creo que el soñador queda en el fuera de campo y sin embargo sin el soñador no hay historia. Tal vez los sueños sean la única manifestación donde el "camarógrafo" es el protagonista. Siempre está el recurso del espejo: probablemente las veces que nos vemos en un sueño, que aparecemos ahí en cuerpo, sea porque ese objeto nos devuelve en el reflejo.
Hace dos noches tuve un sueño y me despierto pensando: si yo fuera tan buena guionista como soñadora, qué historias más ocurrentes e interesantes que escribiría. Qué buen cine. Porque lo que soñé me pareció que si en vez de ser un sueño fuera una peli, estaría de puta madre. Al menos yo durmiendo me lo pasé mucho mejor que muchas de las veces que me puse a ver una película.
Pero Hollywood no tiembla por la sencilla razón de que el género sueño jamás va a poder competir con el cine. Los sueños dejan de ser sueños cuando nos despertamos. Pueden contarse, entonces ya son relatos. El género sueño no existe en nuestra vida real de vigilia, existe solo cuando no estamos en estado de decir, de hacer, de crear. Cuando volvemos, el sueño ya se nos esfumó. Ni siquiera en el mejor de los días, cuando lo recordamos, podemos realmente abarcarlo. El sueño sucede en el pasado, eso sí que sucede en el pasado. Todo lo que podamos hacer en presente respecto a los sueños será siempre sobre un sueño (y de manera imprecisa) pero nunca el sueño.
Por todo esto no tiene sentido que les cuente lo que soñé hace dos noches, y sin embargo necesito explicar el sentido de por qué esto sobre los sueños en este blog: porque en un punto creo que aquello que soñé hace dos noches es culpa de este Patio trasero... En el sueño aparecen temas que venía tratando acá.
Otro tema: los sueños, como la literatura o el cine, tienen géneros. Es decir, hay sueños que son comedias, hay dramas, hay de suspenso (o suspense), hay de terror. Se organizan en géneros que podrían ser los mismos que los géneros literarios. Podrían ser géneros oníricos.
Ahora bien, no quiero contar el sueño que tuve hace dos noches, porque era tan bueno que va a ser muy malo al narrarlo. A ese sueño había que verlo. Ay qué maravilla si al dormir nos enchufáramos a una máquina y al despertarnos quedara hecho película aquello que soñamos. Bueno, voy a decir algo: yo era la prota, y claro, no me veo. Muevo la acción en el sueño, las locaciones cambian con mis desplazamientos, la gente a la que mira mi cámara ojo es la que mi personaje en el sueño mira. Y es un sueño sobre el cine. Y más precisamente sobre el precio del cine, y ahí es que lo asocio con el blog y creo que le debo la historia. Pero también es cierto que hace poco fue la fiesta del cine en Madrid a la que acudieron no sé cuántos millones de personas esos días que era solo un euro más barato que cualquier miércoles. Sin embargo, los miércoles no va tanta gente, ni tal vez vaya tanta sumando varios miércoles. Ay, esto me hace acordar a la canción de Ignacio Copani: "Yo soy capaz de cualquier cosa por un dólar, imaginate lo que haría por dos...". Copani es un cantante argentino que roza lo mediocre y que a mí me delata la edad... amigos españoles, ni lo googleen, no se pierden nada.
Pero no era un sueño sobre música, era sobre cine. Decía, la fiesta del cine en Madrid consiste básicamente en eso: en ir al cine por menos de 3 euros, pero a cambio hacer largas filas. Bueno, resulta que yo en el sueño iba al cine con dos amigas (son dos personas reales que pertenecen a mi mundo de Buenos Aires y a quienes no veo hace mucho. A una la quiero y la extraño y a la otra ya no la considero mi amiga en absoluto por infinitas razones de corte sobre todo ideológico que exceden completamente a esta entrada). Íbamos a ver una peli que la daban en tres veces, como en tres capítulos. Y yo pagaba (porque yo las invitaba), pero el problema es que a pesar de estar yendo a un cine de Madrid en plena fiesta del cine, me cobraban 9 euros por capítulo, ¡por tres personas! Una pasta, me gastaba un dineral en cine. Pero ese es solo el principio de la historia. La película (el sueño) realmente comienza (detona) cuando yo me enfrento a la situación y planteo que hay un problema. Mis amigas no me apoyan (supongo que porque no pagaban ellas) y yo debo tomar una decisión: si quedarme en el cine viendo más cine por 9 euros o si cortar con la situación injusta o, como mínimo, inexplicable. El primer punto de giro es cuando efectivamente tomo la decisión y salgo a buscar al responsable para reclamar mi dinero o exigir justicia, a costa de perderme un día de ocio y, probablemente, pelearme con mis amigas. El héroe se lanza a la aventura. Y ahí comienza el camino por lugares insólitos y búsquedas kafkianas.
Me despierto sonriendo. Soñar eso me salió mucho más barato no solo que 9 euros sino más barato que el precio al que pusieron las entradas en la fiesta del cine. Por supuesto, ese mismo día por la tarde miré una película, uno no puede vivir de uno mismo y de las propias historias. Necesitamos del otro, necesitamos la cultura.
Era un sueño de aventuras. Raro, porque ese género no me mola.
Disculpen si me fui de tema, si esto no cabe en este blog. Para compensar les cuento que acá hace un frío de cagarse y en Buenos Aires empieza el calor. Compensado? Para ser más exacta, no crean que no investigo: hoy a las 8 de la noche de Madrid y 3 de la tarde de Buenos Aires hace 23 grados en la ciudad sudamericana y 7º en Madrid.
Acabemos con más de la mala música, pero con este tema de Copani dedicado a Serrat, para que no digan que lo que posteo no tiene nada que ver con Argentina y España:
Hay algo que desde hace unos años me obsesiona y es lo siguiente: siempre soñamos con uno mismo. No existen sueños donde uno no esté. Nuestro rol puede ser más activo, como protas, o más pasivo, de mero testigo, pero siempre estamos. Si no estamos de alguna manera no hay sueño. Ese será el sueño de otro. Es decir, no hay sueño sin su soñador. Y cuando contamos el sueño a alguien, solemos decir: yo estaba... yo iba... yo hacía... Y sin embargo, mi obsesión se completa con la siguiente idea: sí, estamos, pero si hacemos un esfuerzo por recordar realmente el sueño, por volver a ver la escena como la veíamos mientras soñábamos, ¿estamos en esa escena?, ¿o acaso no somos más que la cámara?, ¿que el ojo que ve? Creo que el soñador queda en el fuera de campo y sin embargo sin el soñador no hay historia. Tal vez los sueños sean la única manifestación donde el "camarógrafo" es el protagonista. Siempre está el recurso del espejo: probablemente las veces que nos vemos en un sueño, que aparecemos ahí en cuerpo, sea porque ese objeto nos devuelve en el reflejo.
Hace dos noches tuve un sueño y me despierto pensando: si yo fuera tan buena guionista como soñadora, qué historias más ocurrentes e interesantes que escribiría. Qué buen cine. Porque lo que soñé me pareció que si en vez de ser un sueño fuera una peli, estaría de puta madre. Al menos yo durmiendo me lo pasé mucho mejor que muchas de las veces que me puse a ver una película.
Pero Hollywood no tiembla por la sencilla razón de que el género sueño jamás va a poder competir con el cine. Los sueños dejan de ser sueños cuando nos despertamos. Pueden contarse, entonces ya son relatos. El género sueño no existe en nuestra vida real de vigilia, existe solo cuando no estamos en estado de decir, de hacer, de crear. Cuando volvemos, el sueño ya se nos esfumó. Ni siquiera en el mejor de los días, cuando lo recordamos, podemos realmente abarcarlo. El sueño sucede en el pasado, eso sí que sucede en el pasado. Todo lo que podamos hacer en presente respecto a los sueños será siempre sobre un sueño (y de manera imprecisa) pero nunca el sueño.
Por todo esto no tiene sentido que les cuente lo que soñé hace dos noches, y sin embargo necesito explicar el sentido de por qué esto sobre los sueños en este blog: porque en un punto creo que aquello que soñé hace dos noches es culpa de este Patio trasero... En el sueño aparecen temas que venía tratando acá.
Otro tema: los sueños, como la literatura o el cine, tienen géneros. Es decir, hay sueños que son comedias, hay dramas, hay de suspenso (o suspense), hay de terror. Se organizan en géneros que podrían ser los mismos que los géneros literarios. Podrían ser géneros oníricos.
Ahora bien, no quiero contar el sueño que tuve hace dos noches, porque era tan bueno que va a ser muy malo al narrarlo. A ese sueño había que verlo. Ay qué maravilla si al dormir nos enchufáramos a una máquina y al despertarnos quedara hecho película aquello que soñamos. Bueno, voy a decir algo: yo era la prota, y claro, no me veo. Muevo la acción en el sueño, las locaciones cambian con mis desplazamientos, la gente a la que mira mi cámara ojo es la que mi personaje en el sueño mira. Y es un sueño sobre el cine. Y más precisamente sobre el precio del cine, y ahí es que lo asocio con el blog y creo que le debo la historia. Pero también es cierto que hace poco fue la fiesta del cine en Madrid a la que acudieron no sé cuántos millones de personas esos días que era solo un euro más barato que cualquier miércoles. Sin embargo, los miércoles no va tanta gente, ni tal vez vaya tanta sumando varios miércoles. Ay, esto me hace acordar a la canción de Ignacio Copani: "Yo soy capaz de cualquier cosa por un dólar, imaginate lo que haría por dos...". Copani es un cantante argentino que roza lo mediocre y que a mí me delata la edad... amigos españoles, ni lo googleen, no se pierden nada.
Pero no era un sueño sobre música, era sobre cine. Decía, la fiesta del cine en Madrid consiste básicamente en eso: en ir al cine por menos de 3 euros, pero a cambio hacer largas filas. Bueno, resulta que yo en el sueño iba al cine con dos amigas (son dos personas reales que pertenecen a mi mundo de Buenos Aires y a quienes no veo hace mucho. A una la quiero y la extraño y a la otra ya no la considero mi amiga en absoluto por infinitas razones de corte sobre todo ideológico que exceden completamente a esta entrada). Íbamos a ver una peli que la daban en tres veces, como en tres capítulos. Y yo pagaba (porque yo las invitaba), pero el problema es que a pesar de estar yendo a un cine de Madrid en plena fiesta del cine, me cobraban 9 euros por capítulo, ¡por tres personas! Una pasta, me gastaba un dineral en cine. Pero ese es solo el principio de la historia. La película (el sueño) realmente comienza (detona) cuando yo me enfrento a la situación y planteo que hay un problema. Mis amigas no me apoyan (supongo que porque no pagaban ellas) y yo debo tomar una decisión: si quedarme en el cine viendo más cine por 9 euros o si cortar con la situación injusta o, como mínimo, inexplicable. El primer punto de giro es cuando efectivamente tomo la decisión y salgo a buscar al responsable para reclamar mi dinero o exigir justicia, a costa de perderme un día de ocio y, probablemente, pelearme con mis amigas. El héroe se lanza a la aventura. Y ahí comienza el camino por lugares insólitos y búsquedas kafkianas.
https://www.youtube.com/watch?v=HfZ-JmtU4Tw
Me despierto sonriendo. Soñar eso me salió mucho más barato no solo que 9 euros sino más barato que el precio al que pusieron las entradas en la fiesta del cine. Por supuesto, ese mismo día por la tarde miré una película, uno no puede vivir de uno mismo y de las propias historias. Necesitamos del otro, necesitamos la cultura.
Era un sueño de aventuras. Raro, porque ese género no me mola.
Disculpen si me fui de tema, si esto no cabe en este blog. Para compensar les cuento que acá hace un frío de cagarse y en Buenos Aires empieza el calor. Compensado? Para ser más exacta, no crean que no investigo: hoy a las 8 de la noche de Madrid y 3 de la tarde de Buenos Aires hace 23 grados en la ciudad sudamericana y 7º en Madrid.
Acabemos con más de la mala música, pero con este tema de Copani dedicado a Serrat, para que no digan que lo que posteo no tiene nada que ver con Argentina y España:
https://www.youtube.com/watch?v=0XFbsLReCZQ
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