Un poema para despedir de una vez por todas este invierno que no, que no queremos, un invierno que si es por mí se puede ir bien a tomar por culo, coñazo de invierno, joder, meses y meses soportando este frío madrileño de los cojones que no, oye, que los españoles no somos así de fríos joder, que me la suda que sea normal que en esos meses haga frío, que no quiero más esta puta estación del año, ¿te enteras?, coñazo de estación. Que por eso este poema.

Era un hermoso, claro día de primavera, fresco, 
lleno de luz, uno de esos días en que el mundo, 
tras varios meses de estar aletargado, arrebujado y gris, 
se abre, estalla, se expande en todas direcciones, 
y es entonces cuando quien no tiene adonde ir se da cuenta 
de que se ha quedado solo.
Laura Freixas, Amor o lo que sea


Tengo las manos llenas de semen, no sé de dónde ha salido. Cuando era pequeña me aparecían unas manchas blancas debajo de las uñas, me decían que tenía que ver con el calcio. Al final, todo se relaciona: al semen también lo llaman leche.
Tengo la boca llena de sal, llena de espuma. Puede que me esté muriendo de rabia. Al final, todo se desvincula: cuando moría de risa, la sonrisa nunca blanca.
El cuerpo lleno de nieve. Dicen que puede ser el invierno, que algo tiene que ver con el frío.
A la orilla del mar encuentro un pedazo de aguaviva, muerta, transparente como el agua nieve.
Si llueve, en definitiva de esto se trata: si llueve, entonces si llueve.
Tengo los pies llenos de escarcha. El temporal avanza y yo me estanco hasta el día que se congela.
Y de pronto, estaba equivocada: todo lo blanco era del invierno lo que sigue. La flor de almendro, su primavera.

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