Inseguridad y hospitales. Parte II

Tema 1: Inseguridad

Estoy en el avión haciendo fila para entrar al baño. Es esa hora pico en la que todos necesitamos ir: después del desayuno y antes del aterrizaje, ese espacio de tiempo destinado a lavarse los dientes y cagar, estoy segura de que al menos la mitad debe cagar. Pues ahí estaba, esperando y esperando a poder entrar y no me quedó más opción que escuchar las conversaciones de fila de baño de avión: la seguridad en Europa versus la inseguridad en Argentina. Una tucumana afirmaba que en Roma caminó por las calles nocturnas a toda hora y no sintió siquiera miedo, pero que en Tucumán, ¡ni loca! gritaba, ¡ni loca! Entonces la otra le respondía: "Y yo iba por Barcelona y ni me giraba a ver quién me caminaba detrás si sentía pasos, en Buenos Aires tiemblo y giro bruscamente siempre". "¡Y cruzar de vereda!", gritaba la tucumana. Y así. Cada una contó lo segura que se sintió en Europa y lo insegura en Argentina. Es realista pero también molesto el discurso y a mí personalmente, que no me estaba cagando pero sí meando, y que llevaba arriba de ese avión 12 horas, me puso de muy mal humor esa charla ajena.
Luego llego a Buenos Aires. Veo las veredas de Boedo. La gente en banquitos en la calle, tranquila, tomando mate como si fuera un pueblo, y luego cien metros más allá un grupo de chicos de barrio con las cuatro puertas del coche (estacionado) abiertas, la música a todo volumen y bailando en medio de la vereda con camperitas de Adidas y zapatillas con cámara de aire... (todo parece entre ridículamente carnavalesco y barrial, pero no digo nada, solo pienso). Y luego pregunto, a mi hermana, que vive en ese barrio, si se siente segura. Y me confiesa que mucho menos que en el anterior en el que vivía, pero que a decir verdad, los chicos del barrio, que se juntan en tal vereda, jamás le hicieron ni le dijeron nada. "Ahora, cómo se ganan la vida no lo sé y podemos imaginarlo, pero no me importa".
Tengo que ir a cenar a San Telmo esta semana y regresar a dormir a Boedo. Le pregunto si puedo hacerlo en colectivo. Me dice que ella ¡ni loca! y me grita como la tucumana. "Pero vos lo hiciste toda la vida así y nunca te importó, ¿qué te pasa ahora?", me pregunta. Es verdad, ¿qué me pasa ahora?

Tema 2: Hospitales

Tanto comparar hospitales de uno y otro país el mismo día que me tomaba el avión, que resultó que al llegar mi primera excursión fue a uno. "Uno se cansa de correr" dice Sui Generis en "Cuando comenzamos a nacer". Y pienso: sí, eso es lo que hacemos en los hospitales, comenzar a nacer, pero también comenzar a morir. Al final pareciera que los dos extremos de una línea suceden en los hospitales. Y en el medio: enfermarnos o acompañar a nuestros seres queridos que se enferman, entonces, también hospitales, "¿y qué vas a hacer? Uno se cansa de correr. Llenas tus valijas de amor y te vas...", pero vuelves, siempre vuelves. Vine a Buenos Aires por un nacimiento. Por primera vez en mi vida, desde que me mudé de país, que vengo por algo que está mucho más del lado de la vida, lo más vivo que pueda haber, y resultó que al final me encontré con alguien muy cerca de la muerte. "¿Y qué vas a hacer?". Nada, soportarlo, dejar que el destino se ría de mí y pensar estúpidamente que el que ríe último ríe mejor, y buscar consuelo en la mierda de perros de las calles de Boedo y sacarles fotos a los soretes, y averiguar, y explorar cuánta caca hay, de qué colores y consistencias diferentes puede llegar a ser. Y cuando ya haya acabado de contar y fotografiar tanta mierda probablemente ya sea la fecha de mi boleto de regreso a Madrid, ¿y estaré contenta? No, no estaré contenta, querré ir al cineclub de San Telmo, ese que tanto me gusta, que tanto extraño allá. Querré disfrutar de ese bebé que vine a ver, querré vida, no querré ir nunca más al 12 de Octubre a que me saquen sangre, y sin embargo, aguantaré que casi nada salga bien. "Poco a poco vos te conformás [...] pero si te ofrecen el final dirás igual me he de quedar porque soy yo porque es mi vida". Y pienso: nada te garantiza nada. Rosa Montero tenía un compañero cuyas manos iban a arrugarse y la iban a poder sostener a ella si alguna vez tenían que internarla. No eligió la soledad, lo eligió al él, pero luego vino la muerte y la soledad se impuso. "¿Y qué vas a hacer?".
¿Hasta qué punto se elige no estar solo, no morir solo, acudir a un nacimiento, celebrar la vida, hasta qué punto? ¿Hasta qué puto destino?
Destino Buenos Aires. Destino Madrid. Esos boletos ya están comprados y no se sabe cuál es ida, cuál es vuelta, como si al final todo fuera un ida y vuelta, como si al final yo tuviera que vivir ciertas cosas de vuelta, por las dudas, por si no fue suficiente.


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